La gran pesadilla algebraica: entrevistamos a Ferdinando Santoro.
Rocco FontanaAquí les presentamos la entrevista a nuestro autor Ferdinando Santoro, autor de "La gran pesadilla algebraica", una conversación interesante sobre la esencia y los temas de su libro. Santoro es un joven filósofo (y músico) que me ha impresionado por su audaz enfoque en la escritura y por la metáfora que utiliza para denunciar los nuevos paradigmas sociales que se han desarrollado en los últimos años, especialmente en coincidencia con la infame pandemia, una metáfora tan acertada como incisiva.
1. ¿Cuál es el origen de la metáfora del "nuevo sol" y el "viejo sol" en su libro? ¿Cómo surge la idea de contraponer la "luz precisa y matemática" del nuevo sol a la luminosidad más incierta y suave del viejo mundo?
Decir que sé cómo tomó forma cualquier metáfora presente en la pesadilla sería una mentira. Sin embargo, razonando a posteriori, he llegado a comprender esto: He dormido durante gran parte de mi vida en una habitación iluminada por la luz nocturna de un faro. Ciertamente, esto debió influirme sin que yo me diera cuenta. Pero para responder de manera más directa, escribo de forma espontánea, partiendo de sugerencias repentinas. Recuerdo haber tenido la idea para las primeras líneas del libro cuando aún no había comenzado mis estudios de filosofía, y haber desarrollado todo lo demás a partir de ellas, incluyendo las ideas del viejo y el nuevo sol. Creo que mi inconsciente trabajó en mi lugar buscando una metáfora adecuada para explicar el extraño, extrañísimo cambio de paradigma filosófico/moral de los últimos siglos. Me iluminé cuando comprendí que en nuestros tiempos hay que desenvainar la espada para demostrar que dos más dos son cuatro (semi-citando a Chesterton). La metáfora se fortaleció a lo largo del libro porque me pareció eficaz lo que había surgido escribiendo sin pensar demasiado.
2. ¿Qué papel juega la "nostalgia" por el mundo indefinido en sus reflexiones? Los hombres del pasado en su libro parecen experimentar una sensación de pérdida por las antiguas incertidumbres. ¿Cree que hoy también vivimos una nostalgia similar ante la racionalización extrema?
Ciertamente la vivimos, y además la vivimos sin darnos cuenta. La época de la técnica, anunciada por Heidegger, es demasiado aplastante para toda la esfera emotiva e íntima del hombre, obligado a vivir confrontándose públicamente solo con la materialidad, mientras que sus cuestiones íntimas y espirituales quedan relegadas a su reflexión personal y aislada. Me resulta aburrido vivir en una época donde existe una explicación para todo lo que es técnico, y prácticamente ninguna para lo que respecta a la búsqueda íntima. No existen enseñanzas filosóficas y espirituales organizadas, o al menos no existe una seria intención institucionalizada de atender a estas necesidades del hombre. Claro, a veces me pregunto si esto es posible o si es utópico, pero eso es otro tema...
3. ¿Qué representan los "números y formas geométricas" que dominan el nuevo mundo? ¿En qué medida considera esta precisión geométrica una amenaza para la libertad de lo indefinido y lo misterioso en la vida humana?
La amenaza es la misma que la de querer canalizar los rayos solares con una lupa: el riesgo es quemarse. La búsqueda frenética de una explicación para todo ha sustituido al dios providente de hace algunos siglos. Hoy en día, "la ciencia" tiene una respuesta para todo y la duda, que paradójicamente es el primer paso genuino del método científico, es prácticamente ilícita. Y este es el verdadero tema de la pesadilla: la voluntad de certezas. Aunque sean falsas o absurdas. Las certezas como escudo contra lo desconocido, contra el proceso evolutivo y, en última instancia, contra la muerte. Lo importante es que el hombre moderno, esclavo del nuevo sol, no corra el riesgo del misterio.
4. ¿Cómo interpreta la "ansia de orden" y la necesidad de controlar y delimitar el mundo? Su libro describe esta necesidad como una especie de "correa". ¿Cree que el hombre moderno se ha convertido en prisionero de esta ansia de control?
Sí, absolutamente. El hombre moderno es aquel que se siente seguro si la industria le indica el número de calorías en el envase de su producto. Incluso puede desentenderse de los ingredientes, ya que con eso ha tenido la buena sensación de estar en control… gracias a la ciencia, por supuesto.
El hombre valiente acepta su naturaleza finita y rechaza el enfoque reduccionista, creo. Y solo así puede realmente pasar del estado emocional nervioso del miedo a uno más noble, de quien sabe que la existencia no se puede reducir a números.
5. ¿Cuál es la "moral" que comparten los hombres-brújula del nuevo mundo? El "nuevo mundo" parece tener una ética propia, basada en la igualdad y el pragmatismo. ¿Qué riesgos ve en esta visión homogeneizante del progreso?
Creo que esta pregunta surge del episodio inicial del libro, cuando el viejo sol es sepultado. Me gustaría subrayar que no todas las metáforas de la pesadilla están profundamente pensadas, y no todos los diálogos están medidos al milímetro (para seguir con el tema de la precisión geométrica). Esto para decir que el fiel que le reprocha la moral de la igualdad al hombre del nuevo sol, lo hace sin pensarlo demasiado. Precisamente, este diálogo no pretendía decir que la moral del nuevo mundo se basa en una igualdad errónea o algo similar: en este caso no hay que leer demasiado entre líneas. Soy perfectamente consciente de que es un libro que se presta a todo tipo de malentendidos, pero esta es la única forma en que he podido escribirlo.
6. ¿Quiénes son hoy los hombres-brújula y los hombres del pasado, según usted? La descripción del libro parece aludir a dos mentalidades diferentes en el mundo actual. ¿A quiénes cree que se les pueden atribuir hoy estos roles?
Para evitar malentendidos, me gustaría aclarar que el compás, la escuadra, etc., no son referencias a la masonería (lo digo porque varias personas me han señalado la similitud con la simbología masónica, de la cual, por cierto, no sabía nada mientras escribía el libro).
La metáfora hace referencia, precisamente, a dos actitudes humanas. Una de extremo control, orientada a eliminar toda incertidumbre, aunque sea con falsas certezas, a costa de preservar la propia ilusión de control y pensar que así se puede dominar la compleja naturaleza en la que nos encontramos existiendo.
A los hombres del pasado, los llamé así por razones literarias en el libro, pero representan una humanidad que encarna una actitud que, en realidad, coexiste con los hombres-brújula de cada época. Es decir, la aceptación de la duda, de lo incierto y de no saber, al final, nada de física o de metafísica. Considero que esta es una forma más humilde y genuina de buscar, de filosofar. Buscar, hacer ciencia, sin ilusionarse con poder aferrarse a nada. Si nos encontramos dentro de la creación, ¿cómo podríamos comprenderla? Es tan absurdo pensar que podemos comprender la creación desde dentro como lo es pensar que la figura de un cuadro pueda comprender el cuadro.
7. ¿Qué valor le atribuye a la "rebeldía" que se enciende en el joven? Este personaje decide "robar" los restos del viejo mundo como señal de resistencia. ¿Qué mensaje pretende transmitir a los lectores con esta imagen?
El mensaje es claro: la no resignación ante un mundo que está tomando un rumbo injusto. Robar los restos del viejo sol significa mantener viva la esperanza de una forma más auténtica de interpretar la realidad, aunque luego el guardián del faro impulse a los fieles a liberarse de cualquier interpretación del mundo impuesta desde arriba... "¿Nuevo sol, viejo sol, qué diferencia hace?"
Otra intención oculta tras la metáfora es la de ir contra la absurda lógica de que toda novedad sea buena y mejor que lo anterior. El hombre despierto reconoce la locura de la época que se avecina y se pone a salvo, jurando fidelidad a un pasado mejor. No por nostalgia, sino por objetividad filosófica.














































