Arte Sacra, potenza ed emanazione del Sacro - Fontana Editore

Arte Sacro, poder y emanación de lo Sagrado

Paola Marchi
Arte Sacra, potencia y emanación de lo Sagrado.

Escribir sobre lo Sagrado siempre es un desafío porque se adentra en un terreno espinoso, donde el ego no encuentra un suelo fértil. De hecho, todo lo que concierne a lo Sagrado, cuando es auténtico, presenta una carga destructiva y transformadora poderosa, difícil de gestionar. El arte sacro , en todas sus manifestaciones, no escapa a esta característica.

El término Sagrado, tomado por sí solo, es en realidad un término que da lugar a numerosas interpretaciones.

La experiencia mística en este ámbito es fundamental para poder salir del terreno mental de las definiciones. Experimentar, de hecho, significa vivir una experiencia, sentirla con el propio cuerpo, no solo pensarla. Es sabido que el hombre occidental ha desarrollado habilidades mentales a expensas de todas las demás. Nos encontramos, por lo tanto, ante una realidad desequilibrada, en la que se razona mucho y se obtiene poco. ¿Por qué? Porque si al razonamiento le falta la fuerza que nace de sentir profundamente la realidad de las cosas que se dicen, se convierte en palabra vacía o, como se define en otros lugares, palabra muerta, buena para llenar contenedores acríticos, buena para imprimir libros destinados a ser olvidados pronto, por ser inútiles.

De lo dicho se puede deducir fácilmente que, si falta la savia vital, todo pierde sentido y tarde o temprano se llega a constatar la dramática realidad de esta afirmación.

Vivimos tiempos de fin de mundo . Es evidente para todos que el sistema en el que hemos creído se está derrumbando bajo el peso de las consecuencias de acciones perpetradas a lo largo de los años y que ahora reclaman su precio. Un precio elevado, hecho de muerte, fracasos y desolación. Quien percibe la gravedad de esta situación libra una batalla perdida, lucha hasta que sus fuerzas lo sostienen, para llegar tarde o temprano a tener que admitir que ya no hay nada que hacer, que todo está perdido. En este punto se abre la elección entre sucumbir a la desesperación o extraer fuerza de ella para intentar otro camino. El optimismo por sí solo no basta, hay que estar lo suficientemente loco como para esforzarse en creer que es posible una salida. Es en este ámbito donde lo Sagrado encuentra su razón de ser. No como una fe ciega en algo que no se conoce pero que se espera que exista, sino como una apertura a una nueva realidad que pasa necesariamente por la experiencia vivida en primera persona. Es solo a través de la experiencia directa, de hecho, que se puede tener la fuerza para sostener la posibilidad de un cambio real. Se acabaron los tiempos de las grandes proclamas, hoy más que nunca se le pide a cada uno que se retire a su interior y busque la llave, que la busque dentro. ¿Pero cómo?

Es en este punto donde el Arte puede asumir realmente una función social y transformadora. Arte como producto de una experiencia. El artista, ya se ha dicho muchas veces, es un canal. A través de él fluyen contenidos que se concretan en una obra. Los contenidos que salen de la mano del artista reflejan la experiencia que él vive en primera persona. Hacer Arte requiere seriedad, compromiso, esfuerzo y una tensión constante por ir más allá para entregar al público una obra que transmita algo que sea útil, principalmente, para el público. El Arte se convierte entonces en una forma de servicio. El artista que siente esta llamada no puede sustraerse. Si lo hace, se entrega a la muerte por autorreferencialidad. Salir de la esfera de sí mismo para entregarse a los demás significa despojarse completamente de todo deseo egoico, significa dejar caer incluso el último velo y ponerse en manos de algo más grande. Este paso solo puede darse tras experiencias directas, continuas y cada vez más fuertes que den la certeza monolítica e indiscutible de la existencia de otras realidades además de la que percibimos, realidades a las que estamos llamados a acceder como seres vivos.

Arte sacro de Paola Marchi

Lo Sagrado es esencialmente una dimensión de la existencia, a la cual cada uno puede acceder a través del canal que mejor se armoniza con su situación existencial. Es erróneo creer que lo Sagrado pertenece solo a la esfera religiosa. Esta es una de sus manifestaciones, la generalmente reconocida, pero también la principal responsable del alejamiento del hombre de ella misma.

Hay que devolver lo Sagrado a la realidad en la que nos movemos, reconocer su dimensión panteísta, reconocerlo en todas partes, en cada manifestación de la existencia y, en primer lugar, reconocerlo dentro de nosotros mismos. Lo Sagrado, de hecho, es una puerta que se abre, una puerta interior, que todos hemos experimentado al menos una vez en la vida, pero que no hemos reconocido, perdiendo así la preciosa oportunidad de entrar en una percepción diferente de la realidad, que no implica ningún cambio salvo nuestra forma de percibir las cosas. Lo Sagrado presupone apertura, presupone la voluntad de gozar, la voluntad de estar bien, presupone un esfuerzo que puede parecer imposible, pero que no lo es.

En la vida todo tiene un precio, el precio de lo Sagrado es la vida.

El Arte Sacro nace necesariamente de una experiencia definida como mística. El artista experimenta diversas realidades, desde las más oscuras hasta las más luminosas, y luego las traslada a las obras que ofrece al público. En este sentido, el artista es una especie de loco, vive una vida propia, hecha de soledad e incomprensión; este es el precio que paga y la prueba de la que no puede escapar. La dimensión de lo Sagrado es la protección necesaria para sondear todas las dimensiones de la existencia, dimensiones exclusivamente interiores que no requieren nada más que una profunda capacidad de introspección honesta e implacable. Descender a los propios infiernos para encender allí una luz, ascender hasta alcanzar las cumbres más altas del sentir y testimoniar esta experiencia a través de una obra: esto, en mi opinión, es el sentido del arte sacro, un viaje a la tierra del yo. Entregar una obra al público es dar testimonio de una experiencia que, cuando es real, se tiñe de sugerencias poderosas capaces de conmover el alma del observador, dejando una huella. En esto consiste el misterioso poder emanado del Arte Sacro.

Paola Marchi

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