Ecología humana: la base de las relaciones conscientes
Nicoletta GeniolaLa calidad de nuestra vida, y la de quienes interactúan con nosotros, no solo depende de nuestra relación consciente con nosotros mismos y con el entorno que nos rodea. Como todos sabemos, los seres humanos somos en sí mismos "entornos", un espacio informado en el que se desarrolla la vida.
De ahí la necesidad de profundizar en nuestro concepto de ecología y medio ambiente, para redescubrir la verdadera esencia de lo que nos rodea y comprender que solo en apariencia se encuentra fuera de nosotros. Siempre hemos visto el medio ambiente como algo externo, distante y diferente. Esta percepción de la "realidad" ha llevado a la humanidad a terribles desastres que han amenazado y puesto en peligro la vida de todo el planeta. Esto ha sucedido porque la humanidad ha asimilado esa sensación de separación que le da la ilusión de poder escapar de tales desastres.
Lo que ocurre en el exterior no es más que una proyección de lo que ocurre en nuestro interior, de lo que a menudo no somos conscientes, pues preferimos permanecer en la superficie y observar la luz en lugar de permitir que se manifieste en nuestras profundidades. Tanto nuestra relación consciente con los demás como nuestra relación con el entorno externo dependen de cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Los demás nos tratan como nos tratamos nosotros mismos. Si no nos permitimos ser felices, libres y amarnos tal como somos, atraemos experiencias y situaciones que, según nuestra capacidad para reconocerlas, pueden ser más o menos dolorosas. El dolor es plomo que se convierte en oro para dar paso a la luz. No nos damos cuenta, y ese es precisamente el problema, pero dentro de cada uno de nosotros vive un juez, siempre dispuesto a juzgar todo lo que hacemos. Si somos esclavos de este "juez interior" en lugar de aliados del corazón, no podemos quedar completamente desconcertados cuando nos encontramos experimentando situaciones externas que, de una forma u otra, nos recuerdan lo poco amor, comprensión y bondad que nos tenemos a nosotros mismos. ¿Cuántas privaciones nos imponemos inconscientemente y que luego se reflejan en el mundo exterior? Piénsalo.
Si realmente fuéramos los “dueños” de nuestro hogar tendríamos más respeto por él, y cuando tienes respeto por ti mismo, tienes respeto por todo.
La ecología humana avanza hacia una conciencia de respeto por la naturaleza humana, que es a la vez humana y divina. Esta conciencia impulsa a las personas a una comprensión más amplia de sí mismas y de los demás, a una nueva conciencia de su propia identidad. El otro se convierte en parte de sí mismas y, al mismo tiempo, en parte del todo. La ecología humana exige una mayor atención a la preservación de la belleza . Solo cambiando nuestro interior y reavivando cualidades espirituales como la bondad, la escucha, el amor incondicional y la presencia, ¡podemos transformar el mundo exterior!
Entrar en una relación significa cambiar parte del entorno y ser cambiado a su vez, por eso es fundamental hoy más que nunca ser conscientes de lo que elegimos “emanar” a través de nuestra energía y transmitir a través de nuestras emociones, pensamientos, palabras y acciones.
Debemos elegir cuidadosamente nuestros pensamientos, palabras y comportamientos, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás, especialmente cuando la otra persona es un niño. Esto es fundamental para preservar el bienestar del otro, pero también, y sobre todo, el nuestro, ya que recibimos lo que damos, consciente o inconscientemente.
¡Ánimo! Solo tienes que mirar dentro; ¡la belleza está ahí, esperando ser descubierta! Esta belleza no puede manifestarse a menos que aceptemos también nuestra parte más humana y nos comprometamos a nutrirla para que aflore su potencial divino.
Tal aceptación es señal de autocuración. Al sanarnos, volvemos a la unidad. Reabrazar una dimensión unificada dentro de nosotros mismos nos permite desarrollar ese sentido reverencial de respeto por la vida en todas sus manifestaciones.
Respetar la vida significa sanar la relación con lo divino dentro y fuera de uno mismo, significa experimentar un amor profundo.
Nuestro deber es participar en la vida y cuidarla. El respeto reverencial por todas las formas de vida representa el mandamiento más importante en su forma más elemental. Albert Schweitzer
El camino de la insensibilidad, la indiferencia y la ignorancia está sembrado de innumerables pequeños sucesos, innumerables sucesos inconscientes que nublan nuestra capacidad de comprender su peso, robándonos nuestra verdadera inteligencia y ese elevado sentido de la vida que debería distinguir a un "Ser Humano". Debemos empezar por las pequeñas cosas, por las dinámicas cotidianas, para alcanzar una consciencia más amplia que nos permita abrazar con los ojos, la mente y el corazón la compleja realidad interactiva de la que formamos parte.
El pensamiento es energía que crea lo que llamamos realidad. Por lo tanto, asegúrate de tener pensamientos claros y bellos sobre ti mismo. Lo que inconscientemente piensas sobre ti crea tu realidad. Quizás lo que tu mente consciente piensa sobre ti no siempre coincida con los pensamientos de tu mente inconsciente, que son el resultado de las formas de pensamiento que te transmitieron tus padres y que, sin saberlo, transmites a tus hijos. Las formas de pensamiento tienen consecuencias perjudiciales para el desarrollo evolutivo de una persona. El mayor riesgo es perder la identidad y la autenticidad, que nos permiten percibir la vida en toda su plenitud y belleza.
Nos encontramos ahora ante un punto de inflexión crucial: para seguir evolucionando y superar el instinto de supervivencia, debemos abrirnos a la vida con un salto cualitativo, abandonando una visión materialista y limitada de la vida y del mundo, y abriéndonos a una dimensión más amplia.
Después de todo, es la única manera de abordar verdaderamente las emergencias de nuestro mundo contemporáneo y, al mismo tiempo, garantizar a nuestros hijos un mundo mejor. Los humanos, como seres humanos en esta dimensión, poseemos una inteligencia sincera superior a la fría y estéril inteligencia artificial que nos está suplantando. Si se despierta, esta inteligencia sincera puede conferir un gran mérito a la humanidad: frenar el delirio actual al efectuar una inversión que garantice una nueva fase de desarrollo a nivel individual, social, relacional, educativo y de conciencia.
Muchos piensan que esto es arduo y que la contribución de cada individuo es irrelevante. A veces puede parecer como echar una gota de agua al océano, pero el océano está hecho de gotas. Cada uno de nosotros puede hacer mucho, empezando por nosotros mismos y la realidad en la que vivimos. Si la vivimos, ¡hay una razón!















































