Follia e sviluppo spirituale 1 - Fontana Editore

Locura y desarrollo espiritual 1

Paola Marchi
Locura y desarrollo espiritual 1

Abordar el vínculo entre la locura y el desarrollo espiritual equivale a abordar un tema tan antiguo como la humanidad misma, que, en este momento histórico que vive la humanidad, adquiere dimensiones dramáticamente urgentes.

El tema de la locura está de hecho vinculado a la visión que ofrece la psiquiatría, relegando su manifestación en la esfera espiritual a un papel estrecho y de difícil abordaje.

La locura concierne a todo lo que queda fuera de un concepto vagamente definido de "normalidad" que pertenece a una visión de la vida que algunos definen como "burguesa", una visión que ha constituido la columna vertebral de una sociedad que ahora ha cambiado definitivamente.

De hecho, hasta el siglo pasado, una estructura social rígidamente confinada a fórmulas generalmente aceptadas como justas y normales garantizaba una apariencia de orden. Hoy, todo esto se ha derrumbado. La sociedad actual exhibe todos los síntomas de la decadencia y la confusión que todo ser humano experimenta en su interior, consciente o inconscientemente.

Este artículo, lejos de pretender desentrañar el lío que este tema representa, pretende ser una pequeña aportación con la esperanza de ofrecer material útil para la reflexión a todo aquel que, al leerlo, sienta algo resonante en su interior.

En 1933, el psicoanalista Roberto Assagioli abordó la sintomatología vinculada al desarrollo espiritual desde una perspectiva científica. No fue el único; basta con pensar en la contribución de la obra de Carl Gustav Jung , por ejemplo, una contribución que tiene el gran mérito de haber abierto una visión más amplia de la psique, una visión que coincidió necesariamente con el reconocimiento de dimensiones de la existencia que no pueden relegarse a un contexto patológico.

No quiero decir con esto que todo loco sea un místico y que todo místico sea un loco, sino más bien poner de relieve la tendencia generalizada a meter a todos en el mismo saco, tendencia que surge de una profunda ignorancia de todo aquello que necesita urgentemente ser redescubierto y cultivado.

El desarrollo espiritual , de hecho, presupone la activación de facultades que ordinariamente permanecen latentes, y esta activación, también llamada despertar, implica siempre grandes dificultades para quien la experimenta.

Los cambios reales implican necesariamente alteraciones tanto a nivel neuropsicológico como físico. Si, como dijo Tesla , la realidad se observara en términos de energía y vibración, todo sería mucho más fácil de comprender.

La física cuántica ha llegado a explicar que la materia tiene varios niveles de manifestación, desde el más burdo al más sutil, y ha construido así un puente entre un enfoque científico y otro místico de la cuestión espiritual.

Debemos partir de la premisa de que todo es energía y que formamos parte de ella. Nuestro cuerpo físico es una envoltura que contiene parte de esta energía, pero a su alrededor, invisibles a simple vista, se encuentran muchas otras capas energéticas que nos afectan y constituyen nuestra "envoltura energética". Cuanto más experimentamos la realidad de este hecho, más comprendemos ciertas dinámicas que nos atraviesan y que a menudo experimentamos en nuestro detrimento.

A menudo oímos hablar del "despertar de la consciencia" y vemos una proliferación de prácticas y cursos para lograrlo, como si simplemente tomar un curso fuera suficiente para descubrir quiénes somos. En realidad, lo que creo que sería útil es proporcionar las herramientas necesarias para abordar cambios que antes podían afectar a un número limitado de personas, pero que ahora afectan espontáneamente a un segmento cada vez mayor de la población. Esto se debe a que vivimos en una época de grandes aceleraciones energéticas, de las que sabemos poco o nada, pero que nos afectan a todos directa y profundamente.

Locura y desarrollo espiritual

La locura y el desarrollo espiritual solo se relacionan desde una perspectiva superficial y parcial. Los síntomas relacionados con el desarrollo espiritual requieren un enfoque que, ante todo, implica escucha profunda y empatía. La intervención farmacológica para cualquier síntoma que pueda surgir, incluso los graves, es la respuesta incorrecta y negativa derivada de la falta de recursos y la incapacidad de aceptar las limitaciones del enfoque médico para ciertos problemas. De hecho, la medicación, ya sea psicotrópica o de otro tipo, busca suprimir la manifestación del proceso en curso, bloqueando e impidiendo su desarrollo.

El desarrollo espiritual debe entenderse como un proceso lento y exigente de transmutación, que inevitablemente conduce a un cambio profundo en quien lo experimenta. Es un período de transición en el que lo viejo se abandona gradualmente y lo nuevo aún está por alcanzarse. Es normal que esto provoque desequilibrios, crisis y perturbaciones como crisis nerviosas, inquietud e irritabilidad. Quien lo experimenta debe continuar cumpliendo con sus compromisos diarios, intentando en la medida de lo posible disimular los cambios que se producen en su interior, sobre todo porque, cuando una persona cambia, generalmente no es aceptada por quienes no cambian.

Paola Marchi

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