Locura y desarrollo espiritual: reflexiones sobre el propio miedo
Paola Marchi
Una de las pruebas más complejas a afrontar, en un momento determinado del desarrollo espiritual, es tener que enfrentarse a diversas reflexiones sobre el propio miedo .
Hablar de este tema es una tarea abrumadora, porque es como lanzarse a un mar tempestuoso. Una de las armas más poderosas del miedo es pillarte desprevenido. Esta, en mi opinión, es su mayor fortaleza y su mayor lección.
De hecho, ante el miedo, sea cual sea el shock externo que lo produzca, todos estamos desprevenidos y esto produce dos tipos de reacción: bloqueo total o empuje.
La primera reacción, la más natural y humana, es la ira. Para afrontar el miedo, de hecho, primero debemos afrontar nuestra ira interior. En este sentido, cada uno es libre de elegir el método que prefiera; estos van desde exorcismos —en casos de ira que explota ciegamente y, por lo tanto, peligrosamente, porque sus manifestaciones son impredecibles— hasta protecciones, y finalmente, la oración y diversos caminos de crecimiento espiritual o interior. El objetivo final del desarrollo espiritual, sin embargo, es la paz interior, y el proceso debe darse lo antes posible en estos tiempos.
Una vez obtenida la cura de la ira, uno puede dedicarse al estudio del fenómeno del miedo .
Esta última es una emoción, no un sentimiento. Pertenece a una esfera más básica de sentimientos, una esfera vinculada a nuestro lado animal. Ante la muerte , la primera reacción es el miedo . Quienes dicen no temer a la muerte simplemente no la afrontan. La muerte nos aterroriza porque marca el fin de todo lo que creemos real .
Para superar el miedo a la muerte, que es el más abarcador de los miedos, pues es el más ancestral y, por lo tanto, arquetípico, y se encuentra detrás de todas las demás manifestaciones, uno debe experimentar la muerte misma y así descubrir que podría no existir. ¿Cómo? Primero, temiéndole.
Parece un juego mental (y de hecho lo es) y sigue siéndolo hasta que logras desentrañarlo.
Llegados a este punto de especulación, solo queda dar testimonio mediante la experiencia directa. La vida, de hecho, no es más que el testimonio de la vida misma. Si estoy vivo, soy, a pesar mío, el mensajero de algún mensaje que llevo.
¿Qué mensaje quisiera transmitir con mi existencia?
Esta es una pregunta útil para comenzar a abordar el miedo a la muerte, el desarrollo espiritual que, recordemos, concierne a todos, no sólo a quienes piensan en ello.
Paola Marchi















































